“Los hijos son un regalo del Señor.
El fruto del vientre es una recompensa”.
Salmo 127, 3
La oración de una madre es muy poderosa. Así, por ejemplo, fue poderosísima la oración y las lágrimas de Santa Mónica, que obtuvieron la conversión de su hijo San Agustín, uno de los más grandes santos de la historia de la Iglesia.
Muy poderosas también son las lágrimas que derramamos tantas otras madres por nuestros hijos, que dedicamos nuestra vida a orar por ellos, con humildad, en silencio, sin ser vistas, sin que nadie nos lo agradezca, así, como nos lo pide nuestro Señor Jesús, confiando en Él, que todo lo puede:
“Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”. Mateo 6, 6
Quiero compartir con ustedes esta oración que me parece muy hermosa.
Oración de una madre por sus hijos
Mi Señor Padre eterno,
Fuente de todo consuelo,
Te ruego por los hijos
Que me has regalado.
Tú que ya pensaste en ellos
Antes de la creación del mundo
Y que les quieres mucho más que yo,
Bendícelos siempre,
Envía a tus ángeles
Para que sus pies no tropiecen
Y no les dejes caer en la tentación.
Mi Señor Jesucristo,
Que quisiste nacer en una familia,
Por tu bendita Madre,
Que tanto sufrió al verte en la Cruz,
Apiádate de mis lágrimas
Y concede a mis hijos
La fe que vale más que el oro
Y la vida eterna.
Mi Señor Espíritu Santo,
Sé para ellos
Brisa suave que alivie sus penas,
Fuego que arda en sus corazones
Y Maestro que les enseñe a orar,
Para que nunca se desvíen
Del camino que lleva al cielo
Y un día podamos sentarnos juntos
En el banquete del Reino
Que dura para siempre.
Amén