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Nuestras
Oraciones Favoritas

Proverbios 3, 5-6

Confía en el Señor
con todo el corazón,
y no te fíes de tu propia sabiduría.
En cualquiera cosa que hagas,
tenlo presente:
él aplanará tus caminos.

Santa Teresa de Ávila

Nada te turbe, nada te espante,

Todo se pasa, Dios no se muda.

La paciencia todo lo alcanza;

Quien a Dios tiene, nada le falta:

Sólo Dios basta.

 

Bendición de los Alimentos

Señor, bendice estos alimentos
que recibimos de tu generosidad.

Da pan a los que tienen hambre
y hambre de Dios
a los que tienen pan.

Amén

Salmo 100, 1-4

¡Aclame al Señor la tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen a él, con cánticos de gozo!
Sepan que el Señor es Dios,
él nos hizo y nosotros somos suyos,
su pueblo y el rebaño de su pradera.
¡Entren por sus puertas dando gracias,
en sus atrios canten su alabanza,
denle gracias y bendigan su nombre!

Salmo 23, 1-4

El Señor es mi pastor: nada me falta;
en verdes pastos él me hace reposar.
A las aguas de descanso
me conduce,
y reconforta mi alma.
Por el camino del bueno me dirige,
por amor de su nombre.
Aunque pase por quebradas oscuras,
no temo ningún mal, 
porque tú estás conmigo
con tu vara y tu bastón,
y al verlas voy sin miedo.

Las Bienaventuranzas (Mateo 5, 3-12)

Felices los pobres de espíritu,
porque de ellos
es el Reino de los Cielos.
Felices los que lloran,
porque recibirán consuelo.
Felices los pacientes,
porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre
y sed de justicia,
porque serán saciados.
Felices los compasivos,
porque obtendrán misericordia.
Felices los de corazón limpio,
porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados
hijos de Dios.
Felices los perseguidos
por causa del bien, porque de ellos
es el Reino de los Cielos.
Felices ustedes,
cuando por causa mía 

los insulten, los persigan y
les levanten toda clase de calumnias.
Alégrense y muéstrense contentos,
porque será grande la recompensa
que recibirán en el cielo.
Pues bien saben que así persiguieron
a los profetas que vivieron
antes de ustedes.

Magnificat

Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador,
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su santa alianza
según lo había prometido
a nuestros padres
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.

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