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La Medalla de San Benito

San Benito es considerado el Patriarca de los Monjes de Occidente y su fiesta se celebra el 11 de julio.

La Medalla de San Benito es un poderoso instrumento de protección contra el demonio, el pecado y toda clase de males. A lo largo de los siglos, han sido numerosos los testimonios de quienes alcanzaron gracias a través de esta medalla: curaciones de enfermedades, protección contra calumnias, hechizos y accidentes en viajes; conversiones y exorcismos de personas, además de conceder gracias especiales en la hora de la muerte, y mucho más.

La Medalla de San Benito data de una época muy antigua y debe su origen a la profunda devoción que el Santo profesaba a la Santa Cruz, signo adorable de nuestra Redención, y que recomendaba a sus discípulos para vencer las tentaciones y asechanzas del enemigo.

En un principio y durante muchos años la devoción a esta Medalla de San Benito, fue meramente local y exclusiva de los monasterios benedictinos; pero los siguientes  hechos contribuyeron poderosamente a su propagación.

Un hombre envidioso e inescrupuloso quiso tomar las tierras pertenecientes a la orden de San Benito en la ciudad alemana de Metten, donde existía un monasterio. Para eso, recurrió a un grupo de hechiceras que pidieron al demonio que los expulsara de allí, pero no lo consiguieron. Una de las hechiceras dijo: “Nada podemos hacer en los lugares donde cierta cruz está inscrita”. El hombre, asustado, volvió a su casa y poco tiempo después cayó enfermo. En la hora de la muerte confesó sus pecados y contó el hecho. La noticia se divulgo por la región y cuando fueron a averiguar, encontraron en diversas partes del convento la imagen de la cruz de San Benito.

Pero las misteriosas letras no pudieron ser interpretadas hasta que en un manuscrito de la biblioteca se encontró la imagen de San Benito y la oración compuesta por las iniciales. En realidad, un manuscrito anterior (siglo XIV), que aún se conserva, procedente de Austria, parece haber sido el origen de la imagen y de la oración.

Esta Cruz que en el siglo XVII ahuyentó al enemigo infernal y protegió el convento de Metten es la que encontramos hoy grabada en la medalla de San Benito. En el año 1742 el Papa Benedicto XIV decidió aprobar el uso de la Medalla de San Benito, y mandó que la oración usada para bendecirla se incorporase al Ritual Romano.

Esta Medalla es un sacramental, puede ser llevada sobre el cuello, en un monedero, unida al rosario o puesta en la entrada de la casa. Su adecuada devoción, junto con una vida de escucha a la Palabra de Dios y el esfuerzo por ponerla en práctica, nos acerca a Cristo, nos protege de todo mal y nos prepara para la vida eterna.

Esta medalla, que es un sacramental, puede ser llevada al cuello, en un monedero, unida al rosario o pegada en la entrada de la casa. La adecuada devoción a la medalla, junto con una vida de escucha a la Palabra de Dios y el esfuerzo por ponerla en práctica, nos acerca a Cristo, fuente de luz y vida, nos protege de todo mal y nos prepara para la vida eterna.

EXPLICACIÓN DE LA MEDALLA

La medalla de San Benito representa, en un lado, la imagen de la Cruz y, en el otro, la del Santo Patriarca.

El frente de la medalla muestra a San Benito de pie, sosteniendo una cruz en una mano y el libro de su Regla en la otra. Esta cara, que es el reverso de la medalla, con la imagen de San Benito, puede variar, pero las letras en la parte de atrás no cambian.

A cada lado de la imagen de San Benito están las palabras:

CRUX S. PATRIS BENEDICTI

“La Cruz del Santo Padre Benito”

Abajo, a sus pies, están las palabras:

EX S. M. CASINO MDCCCLXXX

“del Santo Monte Casino, 1880”.

En ese año, (en el que la Orden de San Benito conmemoraba 1400 años desde el nacimiento de Benito) la medalla recibió una bendición jubilar especial.

Inscrito en el círculo que rodea la imagen de San Benito, están las palabras:

EJUS IN OBITU NOSTRO PRESENTIA MUNIAMUR

“Que su presencia (la de la cruz) nos proteja a la hora de la muerte.”

El otro lado de la medalla, que es la parte frontal, se refiere al poder en contra de los malos espíritus. En el centro está la Cruz. San Benito amaba la Cruz, confiado que en ella Jesús venció el poder del mal y todas sus consecuencias. En la línea vertical y horizontal y alrededor de la Cruz, se leen, en el siguiente orden, estas otras iniciales, cuyas palabras componen la oración u exorcismo que tanto teme Satanás y que conviene repetir a menudo.

C.S.S.M.L.

CRUX SACRA SIT MIHI LUX

“Que la Santa Cruz sea para mí una Luz.”

N.D.S.M.D.

NUNQUAM DRACO SIT MIHI DUX

“que el demonio nunca sea mi guía.”

C.S.P.B.

CRUX SANCTI PATRIS BENEDICTI

“la Cruz del Santo Padre Benito.”

V.R.S.N.S.M.V.

VADE RETRO SATANAS, NUNQUAM SUADE MIHI VANA

“¡Apártate de mí, Satanás! Nunca me sugieras pensamientos vanos.”

S.M.Q.L.I.V.B.

SUNT MALA QUAE LIBAS: IPSE VENENA BIBAS

“Las bebidas que tú ofreces son malas; bebe el veneno tú mismo.”

PAX

“PAZ”

En este breve texto, la victoria sobre el demonio se atribuye a la cruz de Jesucristo, que es luz y guía para el fiel, y que se opone al veneno y a la maldad del tentador. Es un eco de la consagración bautismal, donde el neófito es lavado con el agua de la regeneración y recibe la luz del Señor; pronuncia también las palabras de renuncia al demonio y confiesa la fe.

Por ello el cristiano que lleva la medalla no lo hace con una preocupación supersticiosa por apartar a los malos espíritus, sino consciente que es por la presencia del Señor Jesucristo y una vida conforme a la gracia, como habrá de mantener alejado al diablo y sus tentaciones. Donde está la gracia divina, no se puede aproximar el demonio. Pero el combate contra las asechanzas y tentaciones diabólicas no le va a faltar al fiel, pues el Maligno quiere impedir su camino hacia Dios, es entonces que la oración, la señal de la cruz, la invocación a Cristo y a los santos son necesarios.

Escribe Dom Guéranger: No es preciso explicar al cristiano lector la fuerza de esta conjuración, que opone a los sacrificios y violencias de Satanás aquello que le causa el mayor temor: la Cruz, el Santo Nombre de Jesús, las propias palabras del Salvador en la tentación, y en fin, el recuerdo de las victorias que el gran Patriarca San Benito obtuvo sobre el dragón infernal.

El origen de la Cruz de San Benito no puede atribuirse con certeza al santo. Pero su sentido es profundamente coherente con la espiritualidad que inspiraba el padre de los monjes del Occidente y que este supo transmitir a sus discípulos. La vocación a la vida eterna es la llamada de Dios a la salvación en Jesucristo, y esta llamada espera una respuesta, no solo con los labios sino con el corazón.

El bautismo nos limpia del pecado original, nos hace hijos de Dios y nos da la vida de la gracia. La vocación del cristiano nace en el bautismo, y de esta manera tiene la fuerza para resistir al diablo, siendo fiel y consecuente con los dones recibidos.

El demonio, si bien ha sido derrotado, tiene todavía sus asechanzas, y encuentra muchas veces en nosotros un oído que se deja seducir. Por eso San Benito nos exhorta a no atender a esa voz que nos sugiere cosas malas, pero sí nos invita a escuchar la voz que viene de Dios por medio del Evangelio, en su Iglesia y en la oración.

Por eso San Benito nos exhorta a no atender a esa voz que nos sugiere cosas malas, pero sí nos invita a escuchar la voz que viene de Dios por medio del Evangelio, en su Iglesia y en la oración.

ORACIÓN

San Benito, ayúdanos en la lucha contra el demonio, el mundo y la carne. Aleja de nosotros cualquier influencia maligna; las tentaciones, el poder del mal, los peligros para nuestro espíritu y para nuestro cuerpo.  Ayúdanos a confiar en el amor de Dios, nuestro Padre, en la fuerza de Cristo, nuestro Salvador, y en la presencia del Espíritu Santo, nuestro defensor. Amén

ORACIÓN POR LAS GRACIAS

Oh buen Jesús, el verdadero Hijo de Dios y de la Virgen María, que por su pasión y su muerte nos ha salvado de la esclavitud del diablo, y a través de las maravillas de la has cruz has glorificado a tu siervo San Benito y le has dado el poder ilimitado sobre los poderes demoníacos, concédenos, te suplicamos, por intercesión de la santa victoria en la lucha, el apoyo constante no sólo contra el diablo, nuestro enemigo principal, sino también contra las doctrinas perversas y ejemplos de la vida escandalosa, especialmente con lo obsceno y los atuendos poco modesto, con el que los hombres de mala voluntad buscan hacernos daño en el cuerpo y en el alma.

San Benito, nuestro patrón especial, ruega por nosotros y danos de Jesús las gracias especiales necesarias para nuestra alma y el cuerpo.

– Padrenuestro, Avemaría, Gloria

ORACIÓN DE CONFIANZA A SAN BENITO

San Benito , ayúdanos  a los que recurrimos a ti: llévanos bajo tu protección, defiéndeme de todo lo que pone en peligro mi vida, obtén para mí la gracia del arrepentimiento y la verdadera conversión del corazón para reparar los pecados cometidos y dar alabanza y gloria a Dios todos los días de mi vida. Para hacer todo conforme al corazón de Dios, acuérdate de mí ante el Altísimo, perdona mis pecados que me hacen inestable para el bien, no dejes que me separe de él, dame la bienvenida en el coro de los elegidos junto contigo y las filas de los santos que han seguido la felicidad eterna. Dios todopoderoso y eterno, por los méritos y el ejemplo de la hermana de San Benito, Escolástica la Virgen y todos los santos, renuévame en mí tu Espíritu Santo, dame fuerzas en la lucha contra las tentaciones del maligno, paciencia en el sufrimiento de vida, la prudencia en peligro. Aumenta en mí el amor a la castidad, el deseo de la pobreza, el fervor obediencia, la humilde fidelidad en la observancia de la vida cristiana. Confortados por ti y con el apoyo de la caridad de los demás, pueda servir con alegría y lograr la victoria a tu hogar celestial junto con todos los santos. Por Cristo nuestro Señor.

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