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La Mejor Cuaresma

Los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta son un tesoro espiritual y quiero invitarles a descubrirlo. A continuación, comparto alguna información sobre esta extraordinaria mujer y su obra “Las horas de la Pasión”. Es mi deseo que muchos se animen a conocer sobre Luisa y sus escritos, y así anhelen a vivir en la Divina Voluntad de Dios.

Luisa nació en la ciudad de Corato, provincia de Bari, Italia, en 1865 y murió en santidad en 1947, antes de cumplir los 80 años. Sus padres trabajaban en una hacienda y tuvo 5 hermanos. Ya desde pequeña dedicaba largo tiempo a la meditación y la oración, y amaba muchísimo a Jesús y a la Santísima Virgen María. Sus padres no prestaron atención a estas cosas, hasta que se comenzó a manifestar en su hija una misteriosa enfermedad que la obligaba a quedarse en cama. Los médicos, sin poder encontrar la causa y dar un diagnóstico, sugirieron la visita de un sacerdote. Todos quedaron asombrados, cuando, a la señal de la cruz, Luisa se recuperó de su “habitual estado”, como ella misma lo llamaría años después a lo largo de sus escritos.

Alrededor de los dieciocho años, cuando se encontraba en su habitación haciendo la meditación sobre la pasión de Jesús, sintió su corazón oprimido y que le faltaba la respiración; asustada, salió al balcón y desde allí vio que la calle estaba llena de personas que empujaban a Jesús llevando la cruz. Sufriente y ensangrentado, Jesús alzó los ojos hacia ella, pronunciando estas palabras: “Alma, ¡ayúdame!”.

Luisa entró a su habitación con el corazón desgarrado por el dolor, y llorando le dijo: «¡Cuánto sufres, oh mi buen Jesús! ¡Pudiera yo al menos ayudarte y librarte de esos lobos rabiosos, o cuando menos sufrir yo tus penas, tus dolores y tus fatigas en tu lugar, para así darte el más grande alivio…! ¡Ah, Bien mío!, haz que yo también sufra, porque no es justo que tú debas sufrir tanto por amor a mí y que yo pecadora esté sin sufrir nada por ti.»

Desde aquel momento, se hicieron siempre más frecuentes los períodos transcurridos en cama hasta la completa inmovilidad por 62 años. En esta “pequeña prisión” Jesús le dio a conocer el gran deseo de su Corazón de que el hombre viva en Su Voluntad, como Él mismo nos enseñó a pedir en el Padrenuestro: “Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo”.

Cuando Luisa llevaba ya más de 30 años viviendo intensamente en su interior la Pasión de Cristo, su director espiritual le pido poner todo por escrito, dando así origen a varias obras, una de ellas: “Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”.

Al terminar de escribir las Horas de la Pasión, Luisa también escribió una carta que se incluyó en el prefacio del libro:

«Yo creo que si quien se pondrá a meditarlas es pecador, se convertirá, si es imperfecto se volverá perfecto, si es santo se hará más santo, si es tentado triunfará, si sufre podrá encontrar en estas Horas la fuerza, la medicina, el consuelo, y si su alma es débil y pobre, hallará un alimento espiritual y un espejo en el que mirándose continuamente se embellecerá y se hará semejante a Jesús, nuestro modelo».

«Es tanta la alegría de Jesús cuando se meditan estas Horas de la Pasión que él quisiera que de estas meditaciones hubiera al menos una copia en cada ciudad o pueblo para que se practicaran; pues entonces sería como si Jesús escuchara su misma voz y las mismas oraciones que él hizo ante su Padre durante el transcurso de las últimas 24 horas de su vida; y si se hicieran en cada pueblo o ciudad, al menos por algunas almas, él mismo ha prometido que la Divina Justicia detendría en parte sus divinos flagelos».

«Añado que la finalidad de estas Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo no es la de narrar la historia de la pasión, porque ya existen muchos libros que tratan este piadoso argumento y no habría sido necesario escribir otro; más bien la finalidad es la de la reparación: uniéndose a Jesús en cada uno de los diferentes pasos de su pasión y con su misma Voluntad Divina, hacer una digna reparación por cada una de las diferentes ofensas que recibe, haciendo todo lo que las criaturas le deben; por lo que de esta finalidad derivan los diferentes modos de ofrecerle una justa reparación a nuestro bien amado Jesús; en algunos pasos bendiciéndolo, en otros compadeciéndolo, alabándolo, confortándolo, suplicando, impetrando, orando, etc. Pongo por eso en sus manos el dar a conocer la finalidad de estas horas a quien las lea».

“…He incluido también otras pocas hojas en las que he escrito los efectos y las hermosas promesas que Jesús ha hecho a todos aquellos que mediten las Horas de la Pasión.”

10 de abril de 1913

Y yo: «Dime, mi bien, ¿qué cosa darás en recompensa a los que hagan las Horas de la Pasión como tú me has enseñado?»

Y él: «Hija mía, estas Horas no las veré como cosas vuestras, sino como cosas hechas por mí, y les daré mis mismos méritos, como si yo estuviera sufriendo en acto mi pasión, y así les haré obtener los mismos efectos, según la disposición de las almas; esto en la tierra, y por lo cual, mayor bien no podría darles; después, en el cielo, a estas almas las pondré frente a mí, flechándolas con flechas de amor y de felicidad, por cuantas veces hayan hecho las Horas de mi pasión, y ellos también me flecharán. ¡Qué dulce encanto será esto para todos los bienaventurados!»

octubre de 1914

«Hija mía, como recompensa por haberlas escrito, por cada palabra que has escrito te daré un alma, un beso.»

Y yo: «Amor mío, esto para mí; y a los que las hagan, ¿qué les darás?»

Y Jesús: «Si las hacen junto conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que repitan les daré un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas Horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tengan conmigo. Y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Voluntad, y obrando mi Voluntad puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra. Y esto, cada vez que las hagan.»

¿Qué quiere decir esta promesa de Jesús?

¡Por CADA palabra que MEDITES, habrás SALVADO UN ALMA!

¿Sabes cuántas palabras son?

CUARENTA Y CINCO MIL CIENTO OCHENTA Y DOS (45,182) palabras encontramos en Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

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