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Sabemos que existen situaciones que solo Dios conoce, acaecidas a lo largo de los años, que han dejado huellas de impregnación negativa en lugares y personas. Eso puede afectarnos profundamente y obstaculizar la convivencia o el compartir con los demás.
Esta es una ocasión para interceder confiadamente ante Dios, unos por otros, y ponernos en manos de la Virgen María. Mediante estas oraciones, dejemos que Él sane libere y bendiga a todos aquellos que formamos parte de la Iglesia
Autores
P. Gustavo Jamut y P. Diego González